Los científicos dicen que el océano se está volviendo ruidoso

Por Iain Barber (the Conversation) En las noches de verano de la década de 1980, los residentes de una comunidad de casas flotantes en Sausalito, California, solían tener problemas para dormir. Un extraño y persistente zumbido los mantenía despiertos, y aunque investigaron, ni los residentes ni las autoridades locales pudieron localizar el problema.

Descartaron el ruido de los generadores e incluso consideraron la posibilidad de que se tratara de pruebas militares secretas. Fueron los investigadores del cercano acuario Steinhart quienes finalmente identificaron al culpable. El extraño ruido era el canto de cortejo del pez sapo macho, que hacía todo lo posible por atraer a las hembras a sus nidos de amor submarinos.

Por aquel entonces, el campo de la bioacústica -el estudio científico de la producción, transmisión y percepción de los sonidos de los animales- era un área de investigación muy especializada y relativamente remota. La bioacústica subacuática era aún más especializada, ya que sólo unos pocos laboratorios tenían acceso al costoso equipo y a los conocimientos técnicos necesarios para grabar y descifrar los paisajes sonoros acuáticos.

Investigadores bajando un hidrófono -un dispositivo para grabar el sonido bajo el agua- en el Océano Atlántico. Dave Mellinger/Universidad Estatal de Oregón, CC BY-SA

Desde entonces, kits más baratos capaces de realizar grabaciones más precisas y un potente software de código abierto han acercado el estudio de los sonidos acuáticos a las masas científicas. Esto ha dado lugar a un renacimiento de nuestra comprensión del sonido en el mar. Y resulta que el océano es un lugar muy ruidoso.

La vida en un océano cada vez más ruidoso
Los científicos están descubriendo hasta qué punto los animales acuáticos producen sonidos y el papel que desempeñan sus gruñidos, chasquidos, gruñidos y gemidos en la comunicación.

Por ejemplo, ahora sabemos que muchas especies de peces de importancia comercial, como el bacalao y el eglefino, coreografían sus complejas exhibiciones de cortejo produciendo gruñidos y zumbidos. El sonido desempeña un papel igualmente importante en la compleja vida sexual del ruidoso pez de arrecife del Caribe, el martillo negro. Estos peces son hermafroditas simultáneos y producen tanto esperma como huevos al mismo tiempo. Hacen ruidos durante el cortejo para indicar a su pareja si están actuando temporalmente como el «macho» o la «hembra» mientras intercambian células sexuales.

Un pez oscuro sobre un fondo de coral rosa y blanco.
El pez almeja negro necesita el sonido para poder procrear correctamente. Joseph M. Bowen/Shutterstock


La evolución ha adaptado a los peces para la vida en entornos en los que las señales distintas del sonido pueden ser menos fiables. Si el agua está turbia, si está oscura o si vives bajo una roca o una concha de molusco volcada, aunque tu posible pareja no pueda verte, puede oírte y utilizarlo para determinar si puedes ser una pareja adecuada.

Sin embargo, el problema para muchos animales marinos es que los paisajes sonoros subacuáticos en los que han evolucionado están siendo bombardeados por el ruido de alta frecuencia procedente de la navegación, las perforaciones y muchas otras fuentes humanas. Esto dificulta que se les oiga, y no sólo afecta a sus encuentros románticos.

La evolución ha adaptado a los peces para que vivan en entornos en los que las señales distintas del sonido pueden ser menos fiables. Cuando el agua está nublada, si está oscura o si vives bajo una roca o una concha de molusco volteada, aunque tu posible pareja no pueda verte, puede oírte y utilizarlo para determinar si eres una pareja adecuada.

Sin embargo, el problema para muchos animales marinos es que los paisajes sonoros subacuáticos en los que han evolucionado están siendo bombardeados por el ruido de alta frecuencia procedente de la navegación, las perforaciones y muchas otras fuentes humanas. Esto hace que les resulte más difícil hacerse oír, y no sólo se ven afectados sus encuentros románticos.

Un gran crucero de pasajeros con el puerto al fondo.
Las industrias están inundando el océano con ruido antropogénico. Lazyllama/Shutterstock


Las anguilas europeas son peces en peligro de extinción que comienzan su vida en el océano Atlántico, pero migran a ríos y lagos para experimentar la mayor parte de su crecimiento y desarrollo, antes de volver al mar para desovar. Estudios recientes han demostrado que el ruido que encuentran en las costas atestadas de embarcaciones puede impedirles reaccionar ante los depredadores y disminuir sus posibilidades de supervivencia.

Pero no sólo la ruidosa actividad humana impide que los animales que dependen del sonido submarino sobrevivan y prosperen. El cambio climático está teniendo un efecto complejo en los paisajes sonoros submarinos, y en ningún lugar es más claro que en los arrecifes de coral. Cuando los arrecifes de coral se blanquean en respuesta al aumento de las temperaturas y la acidez del océano, suele producirse una drástica reducción de los ruidos que emanan de estos hábitats.

En un arrecife sano, el estruendo combinado de innumerables camarones chasqueantes, gobios gruñidores y otras criaturas coralinas ruidosas crea una señal acústica que los posibles habitantes larvales del arrecife que van a la deriva en las corrientes oceánicas utilizan para navegar hacia los hábitats adecuados para establecerse. A medida que los ocupantes ruidosos abandonan un arrecife insalubre y los niveles sonoros descienden, el reclutamiento de animales entrantes también desciende, acelerando la muerte del arrecife.

Hasta aquí, todo muy deprimente. Pero aquí están las buenas noticias. Nuestra mejor comprensión de los sonidos subacuáticos en los arrecifes de coral podría ayudar a los científicos a seguir la evolución de estos ecosistemas. En un trabajo reciente dirigido por las universidades de Exeter y Bristol, los investigadores estudiaron arrecifes de coral que habían sufrido grandes daños por la pesca con explosivos, una técnica peligrosa y destructiva en la que se utilizan explosivos para aturdir y capturar peces. Observaron la recuperación del arrecife después de ser restaurado artificialmente con nuevos corales sanos. A medida que estos arrecifes devastados se recuperaban, la cantidad y la diversidad de los sonidos que registraban empezaban a ser iguales a los de los arrecifes prístinos.

Y lo que es mejor, podemos utilizar estos conocimientos para ayudar a los arrecifes de coral dañados a recuperarse más rápidamente. Mediante el uso de altavoces submarinos, los científicos han podido reproducir sonidos grabados en arrecifes sanos para atraer a los peces y otros animales de vuelta a los hábitats coralinos en recuperación, acelerando el proceso natural de regeneración.

Escuchando al océano, hemos empezado a comprender de verdad -y a abordar provisionalmente- los numerosos retos a los que se enfrenta.

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